lunes, 22 de noviembre de 2010

Las coplas de bamba

Llegada la fiesta de carnaval una de las actividades que cobraba especial relevancia y que más atraía a los jóvenes de la mayoría de los pueblos sevillanos era el juego de la bamba. Estas bambas o columpios se erigían en grandes espacios abiertos, calles y plazas de pueblos, a veces en el campo o caminos a las afueras de las localidades, apartadas generalmente unas de otras, pues cada grupo de mozos y mozas levantaban sus propias bambas. Para elaborarla amarraban los extremos de una cuerda en las ramas consistentes de los árboles formando una comba, o bien se clavaban en el suelo unos maderos, dos verticales y uno horizontal, y a este último se le ataban los extremos de la soga, en cuyo centro se sentaba la joven. Para acabar con su estructura sirva como ejemplo esta cancioncilla que compendia su construcción:
                        La bamba se hace en la calle
                        o en cualquier encrucijá:
                        dos palos con una soga
                        pa poderse columpiar.
Solía ser por las tardes cuando los jóvenes de ambos sexos se congregaban en torno a la bamba y allí comenzaba la ceremonia de acercamiento a la mujer. Estas bambas eran verdaderos focos de encuentro, el marco idóneo donde entablar relación con los miembros del sexo opuesto, todo ello fusionado con lo lúdico.
En este juego únicamente la mujer era la que se subía y se paseaba en la bamba mientras que los mozos se contentaban con mecerlas. Hay que decir que éste era un divertimento de adolescentes, “ceremonias de pubertad” en palabras de Leach, pues como refiere Brenan “sólo la gente en edad casadera estaba autorizada a tomar parte en la ceremonia”. Durante el balanceo se entonaba una serie de coplillas por las otras muchachas allí presentes, ocasionalmente por los hombres, cuyas letras giraban en torno a la propia bamba, a cuestiones sociales, sobre la familia y otras, las que nos interesan en esta ocasión, revelaban los escarceos amorosos de los jóvenes asistentes, todas ellas cargadas de intención, agudas, ingeniosas, vivaces, no faltas de picardía y casi siempre con un tono jocoso y festivo. 

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